«Cada novela es un deicidio secreto, un asesinato simbólico de la realidad.»
Publicado a comienzos de la década de los setenta y desaparecido de las librerías desde hace muchos años, este ensayo, que en su origen fue la tesis que le valió a Vargas Llosa en 1971 el título de doctor por la Universidad Complutense de Madrid, muestra la admiración del Nobel peruano por García Márquez y por su novela Cien años de soledad. En él se analiza en profundidad la obra del autor colombiano, compañero de Vargas Llosa en el boom de la literatura latinoamericana.
«Obsesiva; recurrente, una intención central abraza la obra de García Márquez, una ambición única que sus ficciones van desarrollando a saltos y retrocesos, desde perspectivas diferentes y con métodos distintos. Este denominador común hace que sus cuentos y novelas puedan leerse como fragmentos de un vasto, disperso, pero al mismo tiempo riguroso proyecto creador, dentro del cual encuentra cada uno de ellos su plena significación. Esta voluntad unificadora es la de edificar una realidad cerrada, un mundo autónomo. »Un escritor no elige sus temas, los temas lo eligen a él.
García Márquez no decidió, mediante un movimiento libre de su conciencia, escribir ficciones a partir de sus recuerdos de Aracataca. Ocurrió lo contrario: sus experiencias de Aracataca lo eligieron a él como escritor. Un hombre no elige sus “demonios”: le ocurren ciertas cosas, algunas lo hieren tanto que lo llevan, locamente, a negar la realidad y a querer reemplazarla. Esas “cosas”, que están en el origen de su vocación, serán también su estímulo, sus fuentes, la materia a partir de la cual esa vocación trabajará. No se trata de reducir el arranque y el alimento de la vocación a una experiencia única. Pero en el caso de García Márquez la naturaleza de su obra permite afirmar que aquella experiencia, sin negar la importancia de otras, constituye el impulso principal para su tarea de creador.»
ENGLISH DESCRIPTION
Each novel is a secret decision, a symbolic murder of reality.’
Published at the beginning of the seventies and then disappearing from bookstores for many years, this essay, which was originally the thesis that earned Vargas Llosa a doctorate in 1971 from the Universidad Complutense de Madrid, shows the admiration the Peruvian Nobel Prize winner had for García Márquez and for his novel One Hundred Years of Solitude. In it, the work of the Colombian author, Vargas Llosa’s contemporary during the boom of Latin American literature, is analyzed in depth.
“Obsessive; recurring, a central intention embraces the work of García Márquez, a unique ambition that his novels develop in leaps and bounds, from different perspectives and with different methods. This common denominator means that his stories and novels can be read as fragments of a vast, dispersed, but at the same time rigorous creative project, within which, each one of them finds its full significance. This unifying will is to build a closed reality, an autonomous world.” A writer does not choose his subjects, the subjects choose him.
García Márquez did not decide, through a free movement of his conscience, to write fiction based on his memories of Aracataca. The opposite happened: his experiences in Aracataca chose him as a writer. A man does not choose his “demons:” certain things happen to him, some hurt him so much that they lead him, madly, to deny reality and want to replace it. Those “things”, which are at the origin of his vocation, will also be his stimulus, his sources, the material from which that vocation will work. It’s not about reducing the start and nourishment of the vocation to a unique experience. But in the case of García Márquez, the nature of his work allows us to affirm that that experience, without denying the importance of others, constitutes the main impulse for the creator’s task.